viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 20 Jueves


El verano ha concedido una tregua a la ciudad.

El viento océanico, atlántico, palpitando con inmaculada frescura, ha hecho suya la arquitectura de la mañana, ha tomado para sí la grandeza azul infinita del cielo.
Desde las primeras horas el sol aprieta, pero el resuelto aire aminora su terca incandescencia.
Caminar hoy se hace liviano, alegre, estimulante.

Para festejar adecuadamente estos días de Feria de Agosto, el barrio ha engalanado sus calles principales con la sencilla ternura de los redondos farolillos de papel.
En suspendidas filas de a cuatro, alternando el blanco con el morado y el azul, colores de la ciudad y, respectivamente, no me da la gana de llamarlo fútbol , de su equipo de balompié.

Agitados por la brisa, los nerviosos farolillos, encaramados sobre las cabezas de los viandantes, contemplan curiosos la vida ciudadana que transcurre incesante bajo sus alegres salpicaduras de color.

A mediodía, el mar hoy verde seda opalescente, sutil y velado, de bondadosa tibieza, se estremece con pequeñas olas, animado cada vez más por la constante entrada del poniente soplando.

El rumor de la rompiente, más pronunciado y dicharachero, hoy está dispuesto a conversar ilimitado y feliz. La decididas olas entablan sin concederse descanso un diálogo inaudible y persistente, desde más allá del final de los tiempos, o más bien quizá desde su comienzo.

Pero nadie sabe, nunca, de qué hablan.



© Acuario 2009

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