sábado, 5 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

SEPTIEMBRE 5 Sábado


El día nace con lentitud nubosa. El viento de levante ha traído un efímero frente de evanescente bruma que ha detenido al sol momentáneamente. Poco a poco se va asomando, disolviendo y derrotando a la imprecisa muralla.

El aire animado y alegre agita el azul hoy oscuro de la superficie de las aguas. Un festivo oleaje que llena de animado rumor la orilla, que devuelve al mar su fisonomía de oculto animal vivo.

Mi paseo hoy incluye la edafología, subespecialidad litología. En otras palabras, buscar en el terreno de tierras y arenas algunas piedras con las que día a día pueda ir rehaciendo el desaparecido .......................( ¿ intencionadamente ? )..... cubículo, iglú, de la gata en la playa, actualmente reducida a habitar únicamente dentro de su agujero en exclusiva fase cavernícola. Como hay más días que ollas, aunque no posea el esplendor del primer templo de Salomón, terminaré seguro por levantar algo relativamente sólido de nuevo.

Como buena bestezuela que es, vive la gata en la más absoluta despreocupación feliz, claro está atenta a todo, perros incluidos de forma preferencial. Con un poco de agua a su alcance, y algo de comida, el mundo está completo para ella.

El mediodía es sólido, cabal, mecido en el fresco y húmedo viento del este, en su cenit toda la luz solar, cristalina, con un ligero tono dorado septembrino. La playa y la bahía animadas de nuevo, menos concurridas no obstante.

Un precioso balandro de casco sombreado en azul, un mástil solo, pero eslora amplia, fondeado en el límite de las aguas destinadas al baño, se mueve abrazado por las atrevidas olas, entregado a ellas.

Hacia la mitad de la tarde, tras la siesta, pongo en el plato algunos de los discos de vinilo literalmente abandonados que el conserje sabedor de mis aficiones ha tenido a bien ofrecerme. Encuentro en buen estado la mayoría, tras la escucha de algunas sonatas de piano de Mozart, pongo uno de Frank Sinatra, llamado en sus días, “la voz”. Percusión adecuada, trompetería medida, metales, y su personal entonación de timbre singular y modulado renacen del tiempo y del ayer.

El horizonte en la distancia está acompañado de un navío anclado en la rada, dentro de una bruma ligera, casi inexistente, que le da una estampa de húmeda acuarela.

Aproado hacia el este, sujeto por su ancla, el viento lo usa de veleta.




© Acuario 2009

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