viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 29 Sábado



Los días se suceden con una similitud ( ¿intencionadamente? ) mimética. No quiere hoy la mañana traerse ni una nube, ha detenido casi el curso del viento, y tiene al mar proscrito el alegre oleaje, casi ni lo deja rechistar en la orilla. Quedamente, en murmullo apagado que a veces se pierde, hay algunas olas tímidas rezongando su tenue protesta inútilmente.

Hoy se ha entregado el día a la completa belleza de la luz cristalina y entibiada del final del verano.

Con el sol ya más amable y comprensivo, pero dueño y señor de todas las horas y de todo el tiempo. Todos los caminos suyos, y el hace suyos todos los silencios. Nada hay de un extremo a otro del firmamento que no sea su excluyente poderío. Pero como sabe que estamos sobresaturados de tanta radiación solar, ya durante tantos días, dulcifica su mirada, acomoda en suave declinación la luminosidad para hacerse más amigable y tolerado. El sol ha decidido no ser pesado, ni molesto.

El mediodía trae a la tarde, y con ella las horas parecen ralentizarse. El mar se extiende en azules diversos, quieto, absorto, embelesado, eterno. La orilla tiene ya menos afluencia de personas, menos bañistas asaltando sus aguas dormidas.

La calmada serenidad de la mar permite, arropados cerca de los espigones del puerto, fondear a balandros y veleros. Con ligero vaivén oscilan sus palos mientras parece pasar el detenido tiempo. Una pequeña chalupa auxiliar atada a cada uno de ellos con una jarcia acompaña su soledad callada.

Del agua sobrante de las duchas en la playa se forman pequeños charcos en los que las palomas disfrutan bañándose. Baten dentro de ellos sus alas, se agachan y remojan en el agua detenida, alguna bebe si la dejan, y si alguien se acerca demasiado la bandada desaparece con unísono revoloteo.

Aún no son las seis y todos los veleros se han ido sorpresivamente sin decir nada. Como no han dejado huellas nada sé de su rumbo, en el horizonte se han perdido bajo la leve bruma que hace suya la distancia. A plena luz, no se percibe a ninguno.

Hay algunas lanchas en la lejanía, pero disimulan sin pronunciar palabra.



© Acuario 2009

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