martes, 22 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

SEPTIEMBRE 22 Martes




Con el pleno vacío del amanecer, en la completa vacuidad del firmamento, - hoy todo lo contrario de nublado -, las horas iniciales del día sucumben a su propio éxito, e incompletas y eternamente buscándose, comienzan ofreciéndome la mañana y su sonrisa.

La desnudez de la luz en lenta transformación no aguarda a paseantes retrasados, y cuando al fin consigo recuperar la indispensable libertad de movimientos, tras la visita del técnico de telefónica para revisar la línea del adsl, el sol hace ya tiempo me espera impaciente paseando arriba y abajo de la playa.

Su incesante estallido de oro líquido, el iluminado y eterno rayo de su mirada, la vencida playa a sus pies con el blanco abrazo de espumas , - cortejo incesante del mar a la arena - , la transparente copa de cristal de la mañana rebosando la claridad invencible que la transfigura, todo ello, en elocuente silencio reclama la admiración de la incesante afluencia de bañistas y visitantes.

En la quieta distancia, con estudiada persimonia avanza hacia el puerto un crucero, parece arrastrar detrás suya una escasa niebla, el húmedo respirar del mar en la madrugada.

El mediodía ofrece su gozo único, sencillo, completo, abierto. Cuando recojo el desafío de la tarde y reanudo actividades, los perfiles del sueño se han apoderado ocultamente de los abiertos límites de la ciudad. Sobre la vegetación descansando del parque el cielo propone todos sus caminos.

La atardecida es violeta, y alucinada y evanescente rosa que la mar imita con espléndida alquimia.

Hay una paz sin nombre que dialoga con los pájaros fascinados.
Sueñan con un perdido paraiso al que cantan con interminable y dulce arrebato.



© Acuario 2009

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