viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 31 Lunes



Las verdes y chillonas cotorras han descubierto la sabrosa maduración de los dátiles en las palmeras. Con alegre jolgorio, en grupos, comen y gritan, jubilosas por la abundancia hallada. Hacía tiempo que no venían. Su dicharachera presencia hace sonreír a cualquiera.

El copioso festín las hace ser más ruidosas si cabe, se diría que desayunan y comentan alborozadamente las noticias del día que comienza.

Apenas desigual este día al que le precedió ayér, el verano parece haberse tomado un respiro, ha dejado su extremo calor, y camina más apacible y tolerante. Poco le dá que el viento role de un terral ligero preliminar, al suave sur que mece las olas dormidas de la tarde. Nada le importa bajo su abierto y limpio horizonte azul, recorrido a sus anchas por la enorme pavesa del sol. El estío, desde una mañana inundada de luz, consciente de su propia belleza, se impone a todo.

Bajo las sombras amables y tolerantes de mi matinal camino las gentes llevan sus vidas de un lado a otro de sí mismas.
Los gorriones no saben ser distintos, su franciscana sencillez contrasta con la compleja vida de los humanos que pasan sin mirarlos siquiera.

La playa comienza a recuperar, con la notoria ausencia de bañistas, la amplia serenidad silenciosa de su orilla solitaria, resignado el mar ofrece hoy sólo para sí mismo su infinita mezcolanza de azules.

Interminable el horizonte bajo el limpio cristal del aire sin el celaje de la bruma. Atrevida y pequeña, hay alguna vela que lo acompaña y dibuja lentamente su blanco movimiento en la lejanía.

Apenas un escondido rumor, casi ausente, el apagado oleaje reposando en la arena, mientras la tarde no sabe qué hacer con sus detenidos instantes.

El tiempo parece inagotable bajo la dorada luz bañandose en las aguas quietas y adormecidas.



© Acuario 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario