sábado, 12 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Con un saludo de anaranjado resplandor el sol anuncia el nuevo día.

Pero casi de inmediato, las caprichosas nubes lo esconden tras ellas, y el sempiterno viento inicia su desasosegante resoplido, el levante gana el terreno perdido y remueve con blanco oleaje la superficie del mar que hasta ahora había permanecido en calma.

Una borrasca en el golfo de Cadiz, le ha dado nuevas fuerzas, un impulso que avanza a lo largo de la mañana.

Toda la jornada es un remanso de ideas para mi. Entre ocupaciones y tareas, aficiones, consigo razonablemente bien abrir un lector de compactos y cambiar una válvula por otra, las horas discurrren sin preocupaciones, sin contrariedades. El tiempo fluye, los proyectos, las reflexiones, a veces con cierta extrañeza remanente de mi mismo. Nada atrás, sólo recuerdos que se desmoronan en la memoria, y un ahora, un hoy sorprendente e inesperado, con una proyección de futuro que dejo en las manos abiertas de aquel que siempre nos acompaña. El mañana tendrá su propio camino, su propia voz, su propia mirada.

El anuncio de la tarde, suavemente, el declinar de la luz, viene acompañandose de un ligero sopor que me invita a sestear sin límites. El paseo luego, un poco de té, es buena ayuda para recuperar la plena percepción, la conciencia viva de las cosas. Hay que buscar a Susanito, e indicarle un buen lugar para retraerse del embate de la ventisca que a esa hora también ella está sobremanera lúcida y bien despierta. En el sitio resguardado al que le llevo, come parsimonioso lo que le ofrezco, y le invito luego a seguirme a territorio prohibido, el de las gatas que le observan con fijeza, pero le dejan hacerse un hueco en sus espacios bien protegidos tras el edificio, saben donde pasar las tormentas.

La noche llega apresurada, el siseo incesante de la corriente aérea que la transporta, que la zarandea, apenas le deja un respiro y con resignada paciencia busca un lugar entre las sombras inquietas. Las farolas retiemblan y se zamarrean, sus luces medio opacas van de un lado a otro, como el disparatado turbión del fuerte y ciego viento que se pierde en caminos sin rumbo y sin destino.





16 Febrero 2008
© Acuario 2009

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