viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

SEPTIEMBRE 3 Jueves



El día nace entregado al viento de tierra y decidido a ser caluroso.

Poco a poco las horas de la mañana van transcurriendo y con ellas la temperatura va ascendiendo dispuesta a recuperar de nuevo el verano a todos los efectos. Pero hacia la mitad del día, un cambio brusco a levante seguido de una fuerte brisa de poniente reconstruyen de inmediato la habitabilidad de la ciudad para alivio de sus ciudadanos.

Los últimos veraneantes se entregan a la mar animada y feliz, llena de luz y alegre oleaje. El aire atlántico transmuta mágicamente la playa, y llena de azul y espumas el horizonte, abierto, sin una sola nube, dorado sol resplandeciente.

Por desconocidas razones, una pala mecánica ha literalmente engullido el habitáculo de piedras de la gata Piratilla. Cuando llego esta mañana no hay nada de nada, y tampoco hay ni rastro del animal, pero ya pasado el día, iniciándose la noche, vuelvo a buscarla, y a mis silbidos sale del agujero en el muro. Con unos diez o más metros, el largo conducto le sirve de refugio en caso de extrema necesidad, y también de inexpugnable bunker casi todo el año, salvo cuando llueve. En dichas cicunstancias, otro conducto cercano, éste cegado por alguna causa, le provee de un seco espacio donde guarecerse de la lluvia y el frio.

Está la gata hambrienta, con sed, algo de miedo, abundantes deseos mingitorios y quizá también de aguas mayores. Le llevo algo de agua y comida que deposito escondida pero a su alcance. Protegida por las sombras, la dejo de nuevo feliz, contemplando a la luna.

La playa inmersa en la penumbra, se entrega a la suave luz estelar de su blanca reina nocturna. Mágica y llena, su oronda cara parece verse con minuciosidad completa, ojos, nariz, y plena sonrisa. Arrullada por el rumor del oleaje tiene a sus pies, como del cielo caídas estrellas, las luces de las barcas de pesca.

Astro dueño de la noche, por toda la bahía se bañan en las oscuras aguas sus reflejos de viviente y líquida plata.

La noche se ha quedado fresca, tranquila, sin viento ni brisa.

Los pescadores, cañas en ristre, han ocupado la orilla para soñar, -como la gata-, con la luna.



© Acuario 2009

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