lunes, 28 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Hoy he retardado un poco mi salida matinal, esperando se haga un café que me anime un poco. En la calle, sol a raudales, y dedicados a tomarlo, mis vecinos amigos gatos. Se aprecia que el verano se acerca, la luz es avasalladora, desmedida, domina plenamente la mañana, y gracias al viento norte, aún intenso, el calor se aminora algo para los que como yo se entregan al placer del ejercicio de andar.

Cuando se pone uno a recaudo del sol, en el supermercado, se experimenta cierto alivio, uno se entretiene quizá algo más, disfrutando la mitigada temperatura del recinto. Y la vuelta se hace bajo una luminosa, espléndida bóveda celeste vacía de nubes, centelleante y azul en el único y abierto cielo.

Ajetreo que continúa, gestiones bancarias, y recepción por fin de cuatro exquisitas válvulas, cuyos codigos delatan su procedencia danesa, triangulo (equilatero) m K 6 A. Tengo que medirlas, pero será me digo por la tarde, tranquilamente. Un poco de reposo, y como he invitado a pizza, me acerco al restaurante italiano de la esquina. El maestro a cargo de su elaboracion y horneado, en hogar de leña, es marroquí, trata a todos siempre con simpatía, invitándome a una cerveza, y unas olivas, que son de su tierra segun me afirma, y realmente bien aliñadas. Se gana espléndidamente la propina que le dejo siempre, es un hombre amable.

Siempre hay alguien que te para en el camino, en esta ocasión es un vecino, que tiene la habilidad de ser tartajoso hablando, y que además es muy reiterativo . Invariablemente y por no cambiar, tiene también hoy alguna pregunta que hacerme. Pero consigo zafarme un poco, no voy a terminar con la pizza, que llevo en la mano, fría. El sabe que es un poco latoso y hasta lo reconoce coloquialmente, pero se le acepta todo, siempre que se pueda y se disponga de tiempo. Me deja irme sin demasiado esfuerzo por mi parte.

Por la tarde a la salida del trabajo, como me han encargado algunas cosas en esas tiendas del todo a cien, unas hojas artificiales para decoracion, pues me hago con ellas y termino llevandome también una sombrilla, a rayas amarillas y azules. A esa hora el parque se hace agradable, con el crepùsculo la luz se templa, la vegetación parece encontrar un respiro, un espacio de distensión que precede a la noche.

Y tras un día de implacable fuerza y sol, la suave noche es ligera, alegre, acogedora, amable. Cercana a la amistad, abierta a la confidencia, entregada al encuentro.
Una noche dichosa y amiga.




26 Marzo 2008
© Acuario 2009

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