lunes, 7 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Con solo pocas horas, el sol gana el terreno suficiente a la ligera bruma matutina y consigue dar calor, pese al medianamente intenso viento de levante con que se inició la mañana.

Un tranquilo y relajado domingo, con felices y decididos andarines, paseantes arriba y abajo por el camino sobre la orilla de la playa.

Antes incluso de llegar, y sin anunciar mi llegada, asoma la cabeza vigilante la pequeña y corajuda gata, por entre las piedras del dintel de su guarida mira atenta y observadora. Me distingue con asombrosa facilidad, sin yo dar señales de mi habitual y diaria comparecencia. Alegremente acepta con buenas tragaderas la comida que le llevo. Nada mas poner parte de ella en su cuenco ya quiere empezar a desayunarse. Un rato de caricias, panza arriba, ronroneando luego, y la felina mas feliz del mundo se queda tomando el sol, o entrando y saliendo de su cubículo de piedras que la protege.

La mañana se abre cálidamente ya al mediodía, y el ordenador me presta el rápido acceso a la información, ¡¡y a ebay!!. Otra vez será, esta puja la he perdido.

Un almuerzo ligero, y una siesta generosa, tras la cual me preparo un poco de humeante y tonificador té. Con mis últimos hallazgos, bombillitas según mi media naranja, la reproducción ha ganado en fidelidad y tímbrica. Un nombre extraño, 12AV7, una Telefunken, pero con estructura especial, que hace de mi sala de escucha un espacio lleno de vívido sonido con fiel traslación de fusas, corcheas, y semicorcheas.
Me dejo llevar por la fresca y agradable resonancia musical.

Cuando la tarde declina, el resollar del mar, húmeda batalla con la arena, goza de la intimidad de las sombras.

Una noche más, que acude calladamente y tierna.





27 Enero 2008
© Acuario 2009

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