domingo, 27 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Con el firmamento intacto, recién creado, comienza el día. Un cielo abrasándose sobre el campo de azul rotundo del mar, pedestal donde se afirma súbito el sol naciente, que dibuja con líquido oro sus aledaños, el agua y el alabastrino aire sorprendido a su paso. El frio de la mañana se hace cristal. El viento norte se esconde tras las esquinas sin conseguirlo.

La calle se mueve, acompaña el paso hoy lunes, rápido, de los peatones buscando la parada de su autobús. Y corre con los vehículos que intentan eludir los semafóros. Su rota soledad se llena de niños que juegan, esperando que no llegue su transporte escolar. Los pájaros se desentienden, gorjean, vuelan, alguna cotorrita grita chillona y feliz buscando dátiles en las palmeras llenas de luz

El camino matinal me acompaña, el ejercicio de pasear me distrae, me estimula agradablemente. Uno de los mejores momentos de la jornada habitual, que inicio siempre con alegre satisfacción. A la vuelta, el astro solar, ha transmutado en reverberante azogue las aguas sin olas, plateadas y destellantes. Sobre ellas, los buques en la lejanía flotan, - ¿o levitan? -, sumidos en una irrealidad sorprendente.

En la orilla enmudecida sin oleaje el silencio calla

Hoy la actividad recuperada me permite un hueco para un rato de lectura, tras el almuerzo. Pero con brevedad el sueño acude y cedo al descanso que me ofrenda. Cuando reanudo mis ocupaciones, enfilo mis pasos bajo una bóveda azul índigo, transparente, no hay una nube ni apenas se logra recordar como eran.

Mis pequeños gorriones saben que he llegado, esperan sus miguitas, que atacan jubilosos e inclementes. El jardincillo se llena de animados vuelos y alborozados trinos. El trabajo se hace con facilidad, aunque me ocupa completamente la tarde. Cuando salgo, la tarde está llena de luminoso vigor aún. Las plantas en el parque muestran gracias a las lluvias caidas recientemente un mágico aspecto lleno de vida.

Un sobre en el estanco, un franqueo interurbano, y el buzón próximo. Y mi carta corre, aunque ser recogida aún espera.

Y aquí tenemos de nuevo, una noche más. LLena de luz y de vida. Las sombras se han hecho llamas ocultas, todo el manto de estrellas palpita esperando animosamente la llegada de la luna. Quizá está entretenida peinándose, y por eso todavía no llega.

La noche se impacienta, no sabe que decirse, pero finalmente con calma, se sienta en la playa, buscando en el silencio húmedo de la orilla alguna concha en la arena, aguardando a la luna.



24 Marzo 2008
© Acuario 2009

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