viernes, 18 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Cuando despierto por primera vez es temprano. El reloj digital va un cuarto de hora adelantado, así pues tras las correcciones oportunas calculo que son apenas algo más de las cinco y media. Enciendo la pequeña radio que pongo bajo la almohada para seguir las noticias, e inmediatamente casi me duermo otra vez. En esta ocasión por más de dos horas. Al fin decido levantarme. Me arrebujo en una manta en el sofá, por el ventanal se ve como empieza a amanecer. Y a trancas y barrancas, distrayéndome unas veces, y otras evitando el curso de las ideas, la mente logra establecerse en un espacio de serenidad, de apertura, de relajación.

La tortuga aparece saliendo de la alcoba, viene buscando su baño y el sol de la mañana. Me preparo medio pitufo tostado con trucha ahumada y un poco de gazpacho, y le ofrezco a ella unas tiras del pescado ahumado, que le gusta atrapar y comer en el agua.

Cuando son las ocho y media, mi compañera prepara un café y se hace unas tostadas con una margarina que le gusta mucho, ZAS. Tiene nombre resolutivo.

Como hoy ha salido ella primero luego del desayuno con el perro, se ha llevado detrás suya a la Pitufa que siempre sigue a Kinito. Por eso cuando salgo me cuesta encontrarla, pero acude al final con los silbidos.

Al iniciar el camino habitual, suelo echarles a los gorriones algunas migas de pan. Algunos más atrevidos me las requieren plantadose delante mía, haciéndose notar así. Encuentro asustada a Piratilla por el tráfico de camiones cargados de arena que van a un lado y otro de la playa, rellenando las carencias de la misma en algunas zonas, que los vendavales se han llevado. Sale a saludarme, pero espera dentro de su refugio protegida que le ponga la comida a la que ataca con voraz apetito.

El mercado, con escasa clientela. No encuentro el pescado a mi gusto y como es lunes, no es posible mirar en dos pescaderias alternativas que hay en el barrio y que me pillan de vuelta. Los lunes no hay pesca.

Pero la merluza congelada, y un poco de verdura, algo de vino, y una fruta resuelven el almuerzo. Tras él, inicio una ligera siesta tras leer un buen rato la biografia de Mazarino.

Por la tarde, hace un viento agradable y ligero proveniente del mar. El sol es fuerte, pero la brisa refresca. Salgo pronto para el trabajo, me interesa preparar la tarde ya que hoy sé que tengo tarea abundante.

Al salir, ya la tarde declina, y se precisa abrigarse con algo más que la camisa solo. Al pasar cerca de los naranjos, el azahar con la ligera fresca que cae, trasmina plenamente su intenso aroma.

Cuando llego, tengo tiempo para hacer una compra más, y echar una carta al correo en el buzón. Pitufa me espera siempre a esa hora en la puerta.

Ya es de noche. Vestida con sus sombras sonríe, silenciosa, primaveral, magnifica.



3 Marzo 2008
© Acuario 2009

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