viernes, 11 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Agotado el vendaval, acude tímido un dudoso amanecer medio adormilado entre nubes turbias y revueltas. El mar sigue quejándose entre espumas y olas, lamentando con rumoroso y sordo fragor su perdida tranquilidad habitual alterada por la ventisca, que lo azotó inclemente durante casi una semana.

Por la playa de nuevo acuden los corredores, los andariegos madrugadores, los perros y sus amos, algún pescador con su caña.

A mi vuelta, la sorpresa, ¿cómo puede reconocerme un palomo al que ayer, abatido y acurrucado, protegiéndose tras la pared de un chiringuito en la playa, le dejé unas migas de pan, ante su hambriento aspecto? Pues hoy, al verme, ¿no pasarán peatones todo el día bajo él?, se ha puesto a volar alrededor de mí, y ha terminado poniéndose delante, para pedirme más migajas. Que es el mismo lo sé, porque pocos son tan negros como él, que el pobre parece casi un cuervo. Lo dejo feliz ante los trocitos de pan que le ofrezco, ¿como nó? también hoy.

Hacia el mediodía, el cartero acude con un regalo, esperado, pero nuevamente sorprendente por desconocido. Las huevas secas de maruca, un sabor tenue y delicado, suavemente aromáticas, y que acompañadas por un buen vino son un delicioso aperitivo previo al almuerzo.

Por la tarde, el camino se hace corto, hasta la ensenada del puerto parece mas en calma. Un alivio generalizado que la ciudad, sus plantas, animales y personas, agradecen.

El trabajo no presenta hoy complicaciones, termino sin demoras, y con brío y renovadas ganas de caminar, voy dejando atrás los parajes habituales del recorrido.

Cuando llego a casa de nuevo, reinstalo en las etapas unas válvulas que estuve probando hace días, para oírlas de nuevo, y dejo que la música recobre con plenitud los espacios cotidianos que le ofrezco.

LLega al fin la noche, también ella respira sosegada, con el techo cerrado de nubes que sellan hoy sus sueños de infinito, pero la hacen más cercana y benigna, más familiar y recogida. Juega con los gatos adormilados entre la vegetación y las plantas de los jardines agostados por el salitre y el viento ahora por fin detenido.




14 Febrero 2008
© Acuario 2009

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