miércoles, 23 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Cuando la tarde se viste de nuevo de pálido rosa, tenue azul, enigmático violeta, cuando regala al mar por breves instantes esa mezcla caprichosa de texturas cromáticas, desde un cielo de nubes llenas de esa mágica y fugaz amalgama, el recuerdo de la mañana se abre.

El día elige para su paseo vespertino la misma aleación pictórica que vistió en el inicio del alba. Los perfiles del amanecer cierran la tarde, abren la noche y anuncian el sortilegio renovado de la fresca madrugada de primavera.

Las horas diurnas, plácidas y descansadas, lentas, sosegadas, afectuosamente eternas, han ido olvidando sus diáfanos instantes, han derramado su gracia y su ensueño, y han partido silenciosas y discretas, dejando su evocación, la memoria feliz de su seducción infinita. El día ha pasado y me ha dejado su sonrisa

Ahora, cuando la noche encuentra abiertos todos los caminos en el corazón, cercana la ternura olvidada, abandono mis palabras. Acogido a Tu sombra, apoyado en Tu fuerza, transfiguras en luz mis titubeos, contigo mis pasos caminan en Tu firmeza.

Y la noche festiva, dicharachera, sonriente, observa.

Sus límites de estrellas se diluyen.

Cada una de las luces que palpitan en el mar, cobra una nueva libertad, un curso distinto para la flamígera huída de sus reflejos en el agua oscura, callada y somnolienta.




16 Marzo 2008
© Acuario 2009

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