domingo, 13 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Cuando nace la mañana, el día comienza a refulgir, sin limitaciones, a plena luz, con resolución completa, regalando una absoluta definición a los edificios, las casas, los arboles, las calles, las aceras, la playa, las palmeras. Todo parece haber nacido hace apenas unos instantes, todo palpita y parece nuevo.

La lluvia de ayer ha dejado el aire con una transparencia insólita e inmediata, inédita.

El camino se hace alegremente, con energías renovadas, distintas. Piratilla asoma la cabeza al llamarla pero desde otro agujero del muro, donde al estar cegado el conducto de desagüe, no hay que levantarse a media noche de la cama y despertarse si descarga el albañal por donde uno duerme si hay tormente. Come lo que le llevo, y como siempre espero encontrala mañana en alguna de sus dos residencias habituales.

La siesta, con la ventana abierta, el rumor del mar, de fondo, una ensoñación relajada, distinta a los siseos y rumores sibilantes de las ventiscas pasadas.

Por la tarde, en el puerto, las aguas movidas con el poniente, rizadas, bajo el casco de los buques atracados, iluminadas, tienen el brillo verde refulgente del vidrio. El aire trae el aroma del cercano atlántico, húmedo, refrescante.

No hay problemas, el trabajo fluye agradablemente, al salir, la tarde se recoge sin ganas, espera a la noche, que trae una luna redonda, con adornos de gasas y evanescentes brumas, sonriente y feliz.




20 Febrero 2008
© Acuario 2009

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