sábado, 5 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Abrir el ordenador, las noticias en la radio, los vencejos que vuelan apresurados y piando con silbidos agudos, son los ejes que articulan mis primeros pasos.

Una ligera brisa sur me acompaña, cuando inicio mi paseo matutino.

Es posible que esta tarde esté terminado el arreglo del vehículo, es la información que recabo en el taller del mecánico al pasarme por él. En la playa, adonde llego después, ninguna novedad. Alegremente me recibe Piratilla con su carrera ligera y saltarina. Tiene buen apetito, su cuenco de comida aparece siempre consumido por completo. A veces juega con una piedra mientras espera que se lo reponga. Con ronroneo agradecido acepta mis caricias antes de irme. La hierba ha crecido entre las piedras de su segunda residencia, en la que parece haberse aposentado plácida y sosegada, desde hace semanas ya.

Son mañanas sin frío, agradables, frescas, en las que a la vuelta el abrigarse sobra. El ejercicio y el calor ya medianamente recuperado en la media mañana hacen superfluo el chaleco de lana que a horas más tempranas sí se precisa.

Las gentes en el paseo caminan sin prisa.

Hay trabajo por la tarde, entretenida y ocupada, hasta su final. Al acabar me acerco a recoger el coche, su motor ha recuperado un feliz murmullo, se maneja suave y agradablemente.

El final de la jornada, ya en penumbra, cerrándose la noche.

Comienza la silenciosa convergencia del sueño con la vida.




24 Enero 2008
© Acuario 2009

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