viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 26 Miércoles




El nuevo día estrena traje a rayas.

El amanecer recibe al sol munido de abundantes y paralelos cirros blancos, alargados casi de un extremo a otro del firmamento. El verano ha sufrido una evidente inflexión. El aire de componente oeste es fresco, oceánico, atlántico.

La playa muestra casi de inmediato un descenso del número de asiduos. Ya no se verán surcar, en vuelo rasante, las ocasionales avionetas que flameando un enorme paramento de tela tras su cola, agarrado por un largo cable, divulgan el reclamo publicitario de un anunciante. Ya no hay multitud a la que vender cosas. Casi comienza septiembre, y su tiempo, ya distinto, le precede.

Se ha terminado la veda del pulpo. Y comienza ya su captura, con nasas desde las embarcaciones o desde la playa con pulperas. Éstas últimas artes de pesca no son más que piedras, de mediano tamaño, con aditamento de cables que llevan anzuelos cebados. Desde la orilla, se tiran lo más lejos posible, y lentamente se van recogiendo después de un rato, trayendo algunas un pulpo con ellas. Claro, hay pocas piedras en las arenas, y a la gata de la playa la dejan sin las suyas, casi sin casa con tanta pesquería. Su pequeño iglú por la mañana tengo, al pasar, que rehacerlo con más de una que se usaron y dejaron esparcidas tras su empleo.

Los últimos farolillos de papel de colores, ensartados en largas filas y colgados sobre la calzada, que adornaron las calles durante las fiestas, se van retirando por grandes camiones con maquinaria de grúa elevadora.
El viento dió efímero vuelo y libertad a alguno que falta. Su hueco y ausencia en la ristra que se va recogiendo evidencia su breve escapada.
Tan precaria como corta fué su azarosa vida y fugaz acrobacia aérea.

La mar exhibe un oleaje sesgado de poniente, rompiendo sin violencia sobre la playa.

El agua fría o fresca, según se opine de un modo u otro. Sólo en la superficie, una delgada capa de agua levemente tibia.
Estimulante, apetece hacer ejercicio nadando en ella.

La tarde sigue ensimismada, maravillada con sus nubes.
Como no hace calor, ha dejado el abanico en casa mientras pasea.




© Acuario 2009

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