SEPTIEMBRE 19 Sábado
No es necesario abrir la mañana y estas letras con el ilimitado vehículo de luz del cielo, con el sol anunciando su eclosión silenciosa en el rojo presentimiento de un horizonte de cristal, abierto bajo el incesante soplo del limpio, seco e inicialmente fresco viento norte, terral.
No es preciso a mediados de septiembre, contemplar un mediterráneo en absoluta inmovilidad, rebosando de distintos azules que se verdean con el acontecer del día bajo unas olas que el poniente de la tarde ha traído consigo.
Pero el firmamento que no tiene memoria y ha perdido sus nubes en alguna región, pais o continente, no desea otra cosa que naufragar con toda su inasible transparencia en la mayestática quietud de las aguas rebosantes y esplendorosas de brillos y reflejos del mediodía.
Lejanos y flotantes, los recortados perfiles de los buques en la ensenada parecen levitar en un manto de acuáticas estrellas.
Armado con la ausencia de ideas, con el despejado vacío que a la mente concede una sabia siesta, asisto al decurso de la tarde. Un leve e imperceptible velo de altas nubes difusas, nuevamente viste la desnudez del cielo. El poniente se ha moderado, casi detenido.
En la playa, al calor ahora sólo de la arena caldeada, los desperdigados bañistas asisten sobrecogidos al despliegue de la invisible,- por lo usual -, belleza con la que el día despide sus últimos intervalos, a la desapasionada indiferencia con que camina yéndose.
El tibio sol que a medias traspasa la lámina de nubes, lleva una luz dorada y evanescente, que apenas define unas semisombras tras las dormidas palmeras.
© Acuario 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me deleito con tu escritura, te sigo asiduamente y te felicito.
ResponderEliminarUn inmenso placer leerte
Gracias MARÍA,
ResponderEliminarpleno aliento y un completo estímulo
son para mí tus animosas palabras.
Te agradezco de todo corazón
tu amable atención a las mías.