sábado, 19 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Cuando comienzo a hacer memoria del día, en la radio, Krzysztof Penderecki, uno de mis autores preferidos por la densidad dramática de sus creaciones, dirige a la sinfónica de Asturias sus propias obras en directo. Con el trasfondo profundo y denso de su escritura musical, el rotundo y pleno amanecer de hoy resurge, cristal de oro, azul sobre azul el mar y el cielo, frío, limpio e inmaculado, sin una nube. El horizonte, trazo sin limites, sin dudas, decidido, firma infinita del nuevo tiempo que se nos ofrece.

Tras el paseo, playa, arena, compras, palmeras, el aire fresco y ligero, encuentro a Pitufa y a Susanito, amodorrados al sol, ronroneando de placer al calor de la mañana, sobre el césped de los jardines resecados por el salitre de las pasadas tormentas de invierno. Es realmente inenarrable la completa felicidad de un friolero gato dormido en el tibio regazo solar de estas horas iniciales del día.

En los perfiles del mediodía quedan dibujadas las brumas pero de la siesta a la que tras el almuerzo me entrego, un rato de lectura previo. Tras ella mi camino vuelve a exigirme la marcha, que el calor de la tarde anima, bajo un viento que ha tornado a poniente levantando y rizando olas en la ensenada del puerto, en las que el sol relampaguea y brilla con destellos que se extienden mágicos y diversos sobre las aguas de un lado a otro de los muelles.

Sobre y bajo el magnetismo odorífero del azahar, entre los setos y los caminos de albero, los gorriones pían alegres y festivos comiendo el pan que les troceo y ofrezco hecho migas, blancas, como las flores caidas de los naranjos silenciosos y espléndidos.

LLego puntual, sin prisa, y el trabajo fluye sin dificultades. Cuando termino, oro líquido en el corazón de la tarde, luz dorada que acompaña mis pasos, que entibia las ultimas horas del día.

Unas compras, y el ordenador en casa, que espera y acepta mis tecleos, mis palabras, alguna ocurrencia. Poco a poco, la noche alcanza su espacio, su tiempo ha llegado. Otros ensueños, distintas y las mismas estrellas, su silenciosa sonrisa se extiende bajo una bóveda en calma, ilimitada, interminable y perpetua.

El mar, jadea bajito, duerme un sueño profundo, nada lo despierta.




6 Marzo 2008
© Acuario 2009

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