lunes, 28 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

SEPTIEMBRE 28 Lunes


Bajo una escasa claridad, con un desenvuelto espectáculo de nubes ligeras, la mañana tiene una temperatura excelente. Hay vivacidad en las calles, que contrasta con la playa vencida en su desamparo, abatida en una serena nostalgia, acompañada por un mar educado, comedido en su callada orilla, dispuesto a olvidar su aspecto grisáceo por un poco de azul apacible y desenfadado.

Todavía el aire tiene la sensación de nuevo y fresco, la humedad de la lluvia, en retroceso, solo tiene para alardear algunos charcos que van desapareciendo. El camino de la playa dispone de casi toda su longitud para quien quiera acompañarle en su silencio. Con las palmeras calladas y quietas, todavía mojadas, el arenal parece dormitar. Sin sol hoy, aún no ha terminado de animarse del todo.

Cuando vuelvo del paseo el cielo comienza a abrirse para un sol perezoso y lento. El mar reclama un color más vivo para su verde ceniza y llega a lograr llenarlo en parte de blanco turbio o nácar lechoso, bajo el viento que el poniente comienza a traer a la orilla.

Hay algunos bañistas que tienen solo para ellos la abierta bahía, la solitaria playa.

La tarde viene sin detenerse, de la mano de un viento atlántico, que sobrevuela trayendo más nubes, inciertas, pero no promisorias de agua alguna de momento. Cuando termino mi trabajo, paso al lado del puerto, de inacabables obras, algunas máquinas aparentan estar cansadas, exhaustas en su quieta inmovilidad abandonada.

A través del cielo entreabierto comienzan a percibirse retazos dispersos de color, mientras el mar toma lentamente un gris cobrizo que progresivamente se va haciendo más oscuro y metálico. Hay un ligero oleaje que barre la playa con las últimas blancas espumas del día.

Es una noche de plena oscuridad cerrada. Sólo hay aviones que de vez en cuando la sobrevuelan e intentan, con sus balizas de luz intermitente, imitar a las estrellas perdidas entre la opaca nubosidad que cubre a la ciudad.

Sobre el ciego enigma del agua, negra e inútil en la noche, hay un navío que propone con sus luces un débil sueño de melancólica esperanza.




© Acuario 2009

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