viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 21 Viernes



El alba se abre a su paso.

Aparece al amanecer, navega majestuoso.

En silencio, enteramente blanco, surcando la líquida plata que se refleja sobre la superficie del mar aún dormido, mientras el cielo se baña en un dorado sueño que cede generoso a las inmóviles aguas.

Comenzando la noche suelta amarras. Suyas hace las estrellas, suyos los reflejos en las oscuras aguas de los luceros en la madrugada.

No se detiene a la entrada del puerto, no hace sonar sus sirenas, no pide práctico.

Aminora simplemente su marcha, y enfila equidistante los espigones de la bocana. Pasa suavemente por delante de las enormes grúas a la entrada, y accede con delicada pericia a los muelles del interior de la rada.

Popularmente conocido como el Melillero, es el diario vínculo marino que une a la ciudad con la costa africana. Un navío de pasaje de cierta dimensión, quizá de cien metros de eslora.

Cuando llega, la ciudad siempre le recibe con una sonrisa.

Hoy, con un sencillo firmamento blanquecino, el día se muestra cómodamente vestido, ¿ en camiseta ?. Apenas sopla un escaso suroeste.

El mar es denso color verde, con tonos de ligera azulada ceniza. Con oleaje manejable y travieso, que al nadar juega a salpicarte. Su tibieza aleteante de animal húmedo es extrema, orgánica, viva.

La tarde se abandona a sus indolentes horas de luz tamizada y sumisa. El poniente la corteja cada vez con más apremio, animoso, con inquietas ráfagas de deseos.



© Acuario 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario