miércoles, 2 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 1 Sábado


Despejado, el día comienza. Un ligero viento de poniente. El sol instalándose sin escollos ni tropiezos, dueño de toda la playa.

En la lejanía asoma no obstante con su mirada soñadora y blanca, un amplio frente de bruma, como una línea dibujada con dudosa imprecisión, sobre el horizonte marino.

Y apenas transcurren dos horas, la brisa nos inunda con la húmeda y fresca vaharada de la niebla.
Sus dedos se enredan sobre los perfiles de los edificios, ascienden por los pinares situados detrás de las viviendas, superan los oteros coronados por los contrafuertes y paredones de los restos del castillo sobre la ciudad.

Las palomas aliviadas del calor, esconden su vuelo en la lechosa e iluminada densidad blanquecina que todo lo inunda.

Es el mediodía.

Pero nada permanece, y menos el tiempo.

Tras una ligera siesta, me asomo a un mar luminoso, cobalto oscuro en lontananza, un magnífico turquesa en la orilla. El sol de nuevo señoreando la tarde, construyendo su espectáculo de luz y sombras.

El levante blandamente, hincha la vela de un balandro que navega despacio, costeando la orilla.


¿Que mejor hacer que no hacer nada?



.© Acuario 2009

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