viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 9 DOMINGO ( Cuando éste acaba..... )




La tarde, desde la inicial claridad iluminada con la que el día comienza, toma ella por su cuenta un camino distinto.

Pese a la nubosidad alta, detenida, escasa y desdibujada, sus primeras horas mantienen una expresión solar casi completa.

Pero la luz va decayendo de forma imperceptible, segun avanza y se hace cada vez más extensa la amalgama de cirros, blancos y transparentes, largos manchones paralelos, que subrepticiamente ocupan la bóveda celeste con sus níveas configuraciones estáticas.

El agua a sus pies, adopta una superficie disímil, con zonas de azulada plata discontínua, y otras irregulares de suave grisura.

Sin viento el mar apenas gime. Acaba sobre la orilla exangüe, su silencio digno e inútil se rompe con los alegres gritos de la festiva multitud que alarga como puede su descanso dominical sobre la playa.

Un último rayo de sol se despide oblicuo, dorado, tenue y desvanecido.
LLeva un postrero fulgor de esmeralda a la líquida inmovilidad de la ribera marina.

El muelle de levante muestra, en toda su magnitud, su articulada estructura de arbotantes con la experta iluminación lateral del crepúsculo que, lento y detenido, abandona sin titubeos la desnuda simetría del tiempo y sus ocultos algoritmos finales.

Una nueva confluencia se va instalando bajo el velado curso de las horas, entre el troquel de la nocturnidad que aguarda sus momentos, y el arquetipo estéril del inmediato pasado extraviándose.

Un coche de caballos pasa.
Cascabeles y golpes de herradura acompasados y rítmicos.
Desde su indiferencia, despiden al incompleto declive del día.




© Acuario 2009

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