viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 11 Martes



La tormenta se asoma hoy ya, repetidamente, toda la mañana desde el este

En ocasiones amenaza y retumba con el bramido atronador del trueno, amaga y resona, bufa enfadada y mira ceñuda con ojos arremolinados de oscuras nubes caóticas y densas.

Arrebatada y enfurecida, la tronada levanta ráfagas de ventisca que caen trastabillando sobre la playa, a toda prisa vaciándose.

El torbellino sacude a las asustadas palmeras, entrando por las ventanas de improviso, divertiéndose en esparcir papeles y hacer volar o caer objetos de la casa a su paso.

Pero todo se queda en eso, no cae una gota de agua.

Poco a poco la tarde gana presencia, se hace densa, sólida, el viento amaina, se dulcifica y acomoda. Mas el cielo ha perdido su azul claridad diaria, es un manto velado de grisura quieta y tranquila.

El poniente ahora sensato, deja cantar a los gorriones despidiendo el día.

El mar se muestra movido, azul oscuro lejano, verde acuoso más cerca, en la rompiente teñido de tonos sepias. El oleaje menos rotundo, aún tiene sonoridad y henchida resonancia.

Poco a poco, la luz agotada, busca un refugio en la noche, ansía un descanso para su consumida esperanza.

La ciudad incólume renace llena de luces nocturnas, escucha el complejo y festivo concierto de silbos de los mirlos, agazapados y ocultos, bajo las palmeras ahora sosegadas y disuadidas, pero la urbe nunca conoce su inextinguible dimensión interna.

Ni siquiera se escucha a si misma.

La ciudad siempre sueña ser otra cosa.



© Acuario 2009

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