viernes, 4 de septiembre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Con el horizonte en bruma, el nuevo día se hace remolón, el sol no consigue anunciar a pleno clarín de luz su, hoy menos triunfal, llegada.

Entre los velos de la tenue neblina las siluetas recortadas de los buques se asoman con perfiles sutilmente fantasmagóricos.

Pero en poco tiempo, remontando la nubosidad en la lejanía, la trompetería luminosa solar se apodera de sus espacios naturales con pleno dominio y poderío.

Reandar mi habitual recorrido es tarea feliz y desahogada. Los pasos y el ligero esfuerzo que precisan levantan alegremente el ánimo, devuelven un bienestar benévolo y placentero, infunden renovadas energias internas.

El firmamento se cierra lentamente en el celaje de una alta neblina, a mi vuelta.

Este invierno, la hibernación de la tortuga ha sido muy errática. A las primeras horas sale de sus escondrijos, y luego se pasa la mañana bañandose o estirandose al calor del sol, patas extendidas por completo, una piel de lagarto verde oscuro con largas uñas. Y por la tarde, unas veces se queda en su recinto acuático, o las más, recupera su cubículo bajo una librería, en lo mas recondito y oculto que puede, para pasar dormida la noche en él. Otros años, se pasaba meses oculta, inmóvil, desaparecida, hasta la primavera.

La tarde acaba, la noche recupera su presencia, mientras escribo. Solícita acude y nos arropa a todos, con sus manos de sombras



23 Enero 2008

© Acuario 2009


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