viernes, 4 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 7 Viernes



Amanece sin prisa, sin nubes, en una dimensión anaranjada que desea ser amarilla. El mar sigue complaciente la magia cromática del irisado crepúsculo, sonríe con las mismas tonalidades y gamas de colores fugaces y evanescentes.

En la vacía orilla de la playa algún pescador, todavía con su caña, intenta él sólo llenarla.

Las aves disponen de todo el silencio de la mañana para inundarla de trinos diversos y multiples gorjeos. Mientras, sobre el horizonte, veo alzarse el vuelo del sol invencible, abrumador, poderoso.

El día se presenta lleno de luz y verano, el cielo desnudo, sin nada más que su azul recien pintado. No hay bruma, ni nubosidad. Cristal invisible y abierto sobre la ciudad, y la extensión adormecida sin olas de la mar quieta e inmóvil. El viento es seco, escaso y ligero, del interior, caliente terral.

Cuando salgo a la calle, hay un grillo despistado y cantarín que todavía busca compañera, pese a lo bien comenzada que está ya la amanecida.

El agua está hoy soberbia, con menos temperatura que ayer, agradablemente fresca. Transparente, refulge en un tono verde ámbar, el fondo arenoso siempre dibujado en forma de pequeñas olas detenidas, sobre las que discurren los reflejos inquietos y móviles de la superficie marina. Hoy no veo a ningún pez dando vueltas.

El cielo se adorna de blancos lamparones de nubes altas al mediodía.

Pero al poco rato, cambia el aire, un fresco poniente que levanta espumas y olas, que hace flamear las banderolas en la playa, que sacude alegremente las porfiadas palmeras, que levanta la arena en pequeñas y cambiantes ráfagas.

Con el viento del oeste el mar cambia hasta de color, se reviste de un oscuro azul cobalto, de más resuelta intensidad en la lejanía del diáfano horizonte.

La tarde es ya pasado, cuando, mientras escribo, a mi espalda, la luna amarillenta, enorme, vieja, llena de noche, reina de las sombras, asoma su mirada, inunda de blanda cremosidad las oscuras aguas.

A su lado, vigilante, una estrella azul solitaria, quizá inquieta, pequeña e imperecedera diosecilla.




© Acuario 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario