jueves, 3 de septiembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

AGOSTO 4 Martes



Con una blanda nubosidad el día inicia su camino alegremente. Hay una afluencia abundante de turistas desde las primeras horas, que desembarcan incesantes de los dos enormes paquebotes, atracados en el muelle que cierra el puerto por su lado del este.

La playa asimismo llena, los bañistas tempraneros buscan un lugar en la arena. Sus perfiles se destacan frente al dormido espejo, hoy azul grisáceo, de las aguas quietas. El oleaje escaso, suave, discreto.

Alguna gaviota alza su vuelo solitaria y blanca.

Es una mañana cargada de humedad, de luz sedosa, civilizada.

Pero al mediodía el sol abre las puertas del cielo, las nubes retroceden, y queda dueño absoluto de la animosa claridad sobreabundante y generosa.

El dia se hace completo verano sin reticencias ni medias tintas.

Cuando la tarde despunta, no hay una nube.
El horizonte sólo tiene un matiz de blanca bruma lejana y somnolienta. En la playa asoman algunas olas, tercas y testarudas, que conceden un sonoro murmullo sobre el que reclinarse blandamente para dormir una siesta.

Y el oleaje continúa y persiste, cuando la noche, luna llena, comienza.
Un solo navío con sus luces inmóviles, y la redonda luminaria blanca y callada, señora del cielo, sobre su arquitectura de destellos en el agua. Medio oculta entre las nubes por ella iluminadas, en el oscuro y azul firmamento, sombreado por el gris iridiscente de la alta neblina, parece mirarlo todo.

La luna sabe hablar en silencio, sin decir nada.




© Acuario 2009

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