lunes, 31 de agosto de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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El domingo se inicia sin apremios. Hoy han acudido a recibirlo algunas nubes, blancas y grises, pero escasas. El sol juega con ellas al escondite un rato, hasta que a media mañana asoma su cabeza cómplice y alegre.

Me encuentra paso arriba, paso abajo, la playa a un lado, los montes despuntando al otro y me obliga a quitarme de encima algo de abrigo. El viento norte ha cedido y la cálida radiacion solar decide imponerse sin ambages.

Mi llamada al amigo Lamberto cae en el buzón de voz. A veces los festivos va de excursión por el campo con sus chavales. Aunque necesito algunas cajas para las válvulas y el coche pide carretera, decido abstenerme y no arriesgarme a hacer 2O kilómetros para nada.

Hay otras actividades, saco la receta de internet, mollejas de cordero, con salsa de cebolla y jamón.
Mas un poco de vino blanco, moriles.


Y al cabo de un rato tengo un almuerzo inusual. Como siempre nadie quiere arriesgar su vida y probarlas, nada de eso me importa, estan excelentes y ellas solas me dan la razón que quieren negarme. Un poco de pan, y dos copas de Pesquera. Mi perro asiente en silencio, las que le ofrezco las devora gustoso. Entre los dos damos cuenta de un buen plato.

Las cosas adquieren una beatitud y una calma exquisita terminada la comida. La sobremesa propone un bienestar rotundo y hasta cierto punto sutil, el vino se encarga él sólo de iluminar el mediodía.

Las noticias en la tele, lamentable periodismo servil. Su mera escucha hacen cabecear a cualquiera. Tomo al asalto la horizontal, y reanudo actividades cuando ya la luz de la tarde entrega una dorada pátina sobre la ciudad, sobre las palmeras, sobre las escasas nubes que han soportado el asalto del día.

Un paseo breve y tranquilo nos damos mi perro y yo en el automóvil , que la baja batería agradece, no hay prisa en el tráfico. Hacemos un recorrido hasta una barriada limítrofe de la ciudad por el este, y volvemos a paso moderado. A la vuelta, preparo un poco de té, y mientras voy escribiendo.

La noche se entrega a todos, abrazándonos sobre un firmamento dormido.

Sólo alguna estrella guiña sus ojos, titila lejana y feliz.




13 Enero 2008
© Acuario 2009

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