lunes, 17 de agosto de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO



El fuerte viento de levante ha llenado el cielo generosamente de movedizas nubes. Azules, grises, nacaradas, algún leve tono rosáceo que el amanecer añade. Un denso y cargado, celeste y movedizo mar que fluye y recorre totalmente el espácio aéreo.
Bajo él, reclama furioso su identidad marina un mediterráneo verde ceniza, poderoso y vivo. Celoso casi, ante el rotundo desarrollo de tanta nubosidad imitándole.

Anclado en la bahía, aguantando el embate del oleaje y la ventisca, un carguero.

Por un instante se abren sobre él, los cerrados nubarrones, y un generoso destello solar lo ilumina.

Inesperado sortilegio de luz que brilla sólo un momento en la escena acuática cargada de sombras fugaces.

Al mediodía todo se ha resuelto, el sol poco a poco ha ido despejando la cerrada atmósfera de la mañana.

Sólo el alborotado aire persiste inclemente, murmurando sus fuertes convicciones ocultas, siseando resuelto al doblar las esquinas que encuentra a su paso.



© Acuario 2009

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