Baten sus alas en el agua, salpicándose, esponjando las pequeñas plumas alegremente.
Avanzada ya la tarde, las luces de los escaparates, las de los semáforos cobran una cierta preeminencia. La claridad va escaseando mientras sobre la ciudad, el crepúsculo, con sus últimos rayos, va poniendo, en el vientre grisáceo de las reducidas nubes, pinceladas color salmón y pálidos dorados.
En el puerto en obras no hay como ayer la salmodia cansada de metálicos quejidos de las máquinas y perforadoras, de las carretillas elevadoras llevando de un lado a otro los ojos abiertos de sus faros encendidos.
Al llegar al paseo sobre la ensenada, las embarcaciones , los muelles, se dibujan sobre el agua con líneas de luces temblorosas y agitadas.
El cielo se abre en la distancia, mientras las nubes intentan esconderse en los lejanos perfiles del horizonte en sombras.
© Acuario 2009
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