sábado, 22 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

JUNIO 30 Martes


Es de noche. Entre las sombras ensimismadas, los grillos cantan.
El murmullo del agua, tenues olas en la orilla de la playa, acompasan sus ritmicos cricrí, sus bien templados y agudos chirridos.

El sol se alejó ya, en un cielo rosáceo, dejando al irse un horizonte rojo sanguino como telón de fondo para el perfil de la ciudad.

He pasado las últimas horas de la tarde, a la espera , entre cuidados jardines, de un vendedor inglés de válvulas de vacío, antiguos elementos de electrónica, que algunos seguimos empleando por sus cualidades sonoras, por la reproducción del sonido con vivos matices naturales de suavidad y dulzura.
Una fuente central entre las plantas prestaba su eterna canción a los jazmines mientras éstos se abrían y perfumaban el aire y las sombras.

Un tranquilo lugar, de ese interior campesino tras la aglomerada urbe y sus calles ahora iluminadas, todavía vivas y despiertas.

No hay luna, o todavía no ha alzado su vuelo. El horizonte callado, impreciso, cielo y mar unidos en la oscura negrura, tiene luces mínimas, y otras más cercanas, que se extienden sobre las aguas en reflejos temblorosos y amarillos.
Barcas y buques, unas faenando, los otros parados, detenidos en la bahía.

Los abiertos brazos, muelles, del puerto resplandecen, encendidas todas sus farolas. En uno de ellos, las enormes y altas grúas, escondidas en la penumbra, aparecen resueltamente señalizadas de balizas, como si las estrellas descansaran en sus largos brazos.

Hace una agradable temperatura.
Sin viento, o mejor quizá decir que el viento está dormido.

Hoy, también él, duerme y sueña.





© Acuario 2009

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