jueves, 27 de agosto de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Era inevitable, algún día tenía que mover un poco al coche, recargar algo la batería. Y con la tarde, dorada claridad sobre el paseo de palmeras, el automóvil va agradeciendo el suave paseo, su motor va sonando, al tomar temperatura, más desenvuelto. Unos litros de combustible, y damos una ligera vuelta por la ciudad sin apenas circulación viaria.

Mi acompañante, amigo, me sugiere hacer cierta distancia, e ir a ver su primera tienda. El recorrido deja contemplar, a un lado y otro de la calle, la zona residencial que fué antes, con pequeños chalets de techo casi horizontal, teja verde a dos aguas.
Hace treinta años la zona estaba fuera del casco urbano, que invasor poco a poco se ha ido instalando en forma de bloques de edificios entre las escasas villas que intentan resistir el continuado avance de la metrópoli.
La vegetación pugna por sacar la cabeza, como puede, por encima de las vallas que circundan brevemente las casas que quedan.

A la vuelta, busco un itinerario cercano al mar, la playa de poniente y su paseo, terminado éste, pasamos por delante del puerto.

La charla se establece casi siempre en un despliegue de palabras bien conocidas. Mi amigo es un hombre centrado en sus problemáticas. Nada o poco le interesa fuera de su circunstancia personal donde se acumulan las dificultades.

En el café donde tomamos una infusión, el caliente, yo fría con unos cubos de hielo, las parejas se sientan buscando un mundo aparte, inaugurando por donde van, a su alrededor, una imposible distancia dada la cercanía de las mesas.

La tarde se termina, a la vuelta, me reciben otras amistades menos cargadas de dilemas.

Dos gatas callejeras vecinas a mi portal, que me anuncian con un significativo maullido el olvido de su cena por mi parte.

Se nota que la relativamente fresca temperatura de este primero de año les abre el apetito.

El hombre, con su carga de luz y de sombras.
¡ Que difícil es, a veces, ser simplemente sencillo !

Las luces en la distancia, las balizas de los buques en el horizonte marino, miran y callan.





1 Enero 2008
© Acuario 2009

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