domingo, 23 de agosto de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO





Vuelta a la actividad diaria.

Pero la mañana se presenta lluviosa, y la reduzco a pasear sólo hasta los aledaños del muro en la playa, donde me espera seguro Piratilla, gata feliz, blanca y negra, protegida en un hueco del lienzo de piedras.


Contenta acude a mis silbidos, asomando la cabeza. Un poco de comida, un desayuno en su domicilio, mecido por el rumor acompasado del mar a escasos metros de su puerta abierta a todos los vientos.

Aunque, pronto el chubasco matutino cesa, poco a poco se van abriendo las nubes, menos amenazadoras ya, y el sol aprovecha los huecos que encuentra entre ellas para demostrar su maestría creando juegos de luz, en la superficie verde y gris de las aguas.

No hace frío, un ligero viento de poniente va secando los charcos, la calle.

Al mediodía el paraguas se hace un poco trasto entre las manos.

Recorro con agrado mi habitual senda vespertina y hacia la mitad de la misma llego a un pequeño jardín. El dorado albero, extendido sobre los estrechos y pequeños senderos orillados por verdes setos, con inexplicable y versátil juego muestra su facilidad para cambiar de aspecto bajo las gotas caídas del reciente aguacero matinal. Las hojas de las plantas ostentan un verde renovado y limpio, aun húmedas y brillantes todavía.

Como hace algún tiempo, días, que no lo atravieso, hay cierta expectación en la bandada de gorriones que se oculta en el pequeño parque. Unos días sin miguitas de pan hacen mas ávido e inquieto su revuelo entre las ramas. No tardan en capturar con atrevido aleteo los blancos trocitos de la hogaza que les ofrezco.

El río de la verdad va por cauces de mentiras, me susurra al oído el silencio.

¿ He de creerle ?




26 Diciembre 2007
© Acuario 2009

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