miércoles, 12 de agosto de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO




La tarde anochecida casi.

Sobre la verja interminable que cierra el puerto se asoma redonda, plena, sonriente la luna. Como luz de una farola, suspendida sin mástil en el aire.

Unas veces, siempre el mismo camino, éste se hace fácil y rápido, otros días es interminable y aburrido casi.

Con la noche ya impaciente, la humedad de la reciente lluvia parece resurgir desde las sombras.

Abandonadas y caídas las hojas en la acera.

Corren cerca los autobuses, rápidos, apretando el paso, mientras las hojas levantan un vuelo inesperado e inútil para alcanzarlos.

Unas veces me adelanta mi sombra, otras, cansada, parece retrasarse a mi espalda.

Al andar, una íntima satisfacción que el ejercicio regala.
Las piernas caminan alegres, mientras el silencio se rompe con el tráfico que pasa.



© Acuario 2009

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