jueves, 20 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO




Junio 25 Jueves



Invisibles puertas de cristal, abiertas, encuentra hoy la naciente mañana. El aire que ha traído el viento toda la noche, noroeste, desde el interior de la región, es seco, limpio, y se ha llevado la textura borrosa y húmeda que la atmósfera adquiere por la cercana evaporación del mar.

El núcleo de edificios en el que vivo está asentado en una franja costera, con el mar por delante, y unos montes bajos atrás, a su espalda, con pinos agarrados a las peñas, que se asoman curiosos a observar la vida urbana de las calles bajo sus pies.

A la derecha el puerto, a la izquierda se extienden los inmuebles y edificios hasta perderse hacia el este bordeando la bahía, enhebrados por el largo y ancho y gris cordón del asfalto, que forma un paseo marítimo para el tráfico urbano, con una amplia calzada peatonal adyacente y abierta al mediterráneo, enmarcada por una interminable fila de palmeras en incesante lucha con el salobre viento marino.

Cuando busco el camino de retorno, la luz solar es ya esplendorosa y resuelta, descarada, volcánica, ardiente. Hay que volver del paseo matinal protegido de tanto sol, por lo que enfilo el fresco camino que me proporciona una arbolada travesía interior, bajo la atenta mirada de los pinares, al píé de los mismos.

Es agradable caminar así, resguardado del calor del mediodía, transitando bajo una alameda compacta.
Las edificaciones en esta avenida, que adopta un curso paralelo al del paseo cercano a la playa, son de estilo modernista, y mezclan en sus fachadas elementos tanto clásicos, columnas, capiteles, con trazados y arcos góticos, o renacentistas frisos, y altorrelieves.

Al pasar por un pequeño jardín cerrado entre las casas, escucho la algarabía feliz de los gorriones en su humilde y espléndido paraíso. Su alegría sonora me acompaña mientras me alejo por las calles peatonales y tranquilas.




© Acuario 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario