domingo, 23 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO


JULIO 2 Jueves



Una sedosa luminosidad gris perla, tras un mágico azulmalva en cielo y mar, va anunciando a la noche, que se acerca calladamente y sin prisa.

Un día inusual el de hoy, lleno de servidumbres inevitables, cualquier afición las tiene. Un fallo en una electrónica, el zócalo de una lámpara, válvula termoiónica, ha perdido su correcta fijación y contacto. Como consecuencia, el filamento no arde, la válvula no amplifica.

Afortunadamente a media mañana hay reunión, en pequeño comité, de simpatizantes de los aparatos electrónicos antiguos, y a ellos acudo con mi, sniff, sniff, averíado artefacto. Hay que sustituir ese componente deteriorado, y eso es tarea fácil para un amigo alemán, antiguo pinchadiscos, hoy publicista, que ha buscado y encontrado en el sol de España el remedio recomendado para su psoriasis.

Amablemente el pesado problema personal que llevo a cuestas, los transformadores del aparato pesan lo suyo, en sus manos está camino de resolverse.

Vuelvo a mi rutina de trabajo, dentro de las horas centrales del día, que soportan como pueden las resueltas radiaciones solares. Un calor amable que no obstante eludo en la comodidad del servicio público llamado taxi.

A la caída de la tarde, regreso caminando. La serena vegetación del parque que ocupa la mitad de mi recorrido de vuelta me ofrece su agradable compañía. Arboles y plantas en media sombra, hacen más fresco el paseo, aportan una clave de silencio sabio en la que dejar descansar el curso ideativo, en la que suspender las bulliciosas ideas, sobre la que abandonar plácidamente los procesos de la mente.

Tras la sosegada y extensa muchedumbre de plantas, asomando a un lado, el puerto, entro en el barrio, ahora mecido por las últimas brisas de la tarde.

Y ésta poco a poco se va acabando finalmente, abre sus brazos a la noche, y se funde con ella en estrechas caricias de sombras, bajo la mirada del faro que señala la entrada del muelle. Un Polifemo insomne que busca como puede el lejano horizonte desaparecido y ahora ya perdido, apenas sin luces que por él naveguen, en esta nocturna victoria de la oscuridad quieta y callada.

Hoy se ha dormido bien pronto la brisa, y como no hay viento, el mar quedamente murmura, solitario y secreto, quizá algún tierno cumplido, a la vacía orilla.




© Acuario 2009

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