viernes, 21 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

JUNIO 28 Domingo



La riente mañana es agradable, el aire del este, abanicando la playa, es refrescante. El sol sobre las aguas de escaso oleaje, consigue destellos que burbujean. Un mar de mínimas estrellas que titilan inquietas, luces plateadas que bullen incesantes y cegadoras sobre la superficie marina.

El domingo llena de bañistas la orilla, de gentes que descansan, de cuerpos que buscando la luz solar se tienden en la arena, de sombrillas de vivaces colores, de toallas, de vendedores que mercadean y anuncian con pregones su presencia.

El mediodía se corona con ligeras y desdibujadas nubes que permiten disfrutar una temperatura aún más fresca. Por la tarde, apenas alguna, distraída, queda rezagada buscando a sus compañeras, desaparecidas tras la línea de los montes asomados a la bahía.

Hoy tomo el vehículo y acudo a media tarde a la campiña soleada del interior, a la hoya del río que desemboca cerca de la ciudad, un amplio espacio enmarcado por las elevaciones del terreno a ambos lados de la vega del precioso caudal vivífico que baja de las montañas. La carretera camina entre naranjales y limoneros, alguna palmera sobresale entre la vegetación, entregando a la vista su hermoso estallido de palmas.

Agarrándose a las laderas de las alturas que bajan hacia el valle algunos pueblos blancos y pequeños, como pinceladas de polimórfico y níveo cromatismo.

El amigo al que visito vive en una pequeña edificación. LLevados de la misma afición, hoy nos toca cambiar un condensador de un aparato electrónico. Su perrita, Luna, nerviosa, amigable, zalamera, me recibe haciendo miles de fiestas.

El aire en esa zona campestre es abrasante, allí no llega la aliviadora corriente de brisa de la costa. Dentro de la casa, de temperatura más sosegada, el interior es acogedor.

Vuelvo conduciendo despacio, según me acerco se va percibiendo la hospitalaria influencia térmica del marítimo clima. El levante me recibe entre sus brazos húmedos y marineros.

La noche quiere ganar su espacio al tiempo, su presencia se anuncia en un crepúsculo con nubosidad lejana, dormida, sobre el distante horizonte, entre un azul que quiere ser marfil y rosa




© Acuario 2009

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