viernes, 28 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

JULIO 15 Miércoles




La noche calurosa quedó atrás y se llevó a la adormecida luna, una raja de melón en el oscuro cielo de la madrugada. Hoy cuesta un poco más ponerse en marcha, bullen los ruidos en la calle llamándome, y yo todavía no consigo deshacerme del sopor y del sueño.
Hay que llegar a la ducha y al café para empezar a tener los ojos abiertos y observando la vida.

El día empieza a tener esa suavidad de seda líquida y oculta que la mañana luminosa transmite. El aire proveniente del mar, es una caricia.

Andar es un gozo accesible y sencillo, pero hay que eludir la presencia solar, el calor de su sonrisa, hay que buscar inevitablemente la amable sombra en donde ésta se encuentre.

La pequeña gatita de la playa, sale a mi encuentro nada más verme en el camino. Zalamera y cariñosa espera impaciente le ponga su comida, a buen recaudo dentro de su protegida madriguera en el muro. Ronronea feliz sólo con dos caricias.

Vuelvo despacio, el verano no tiene prisas. Bajo la arboleda, se ven algunos puntos de luz, pequeños círculos blancos sobre las losetas oscuras de pizarra del paseo. El sol, penetrando entre los resquicios que dejan las ramas y las hojas de la entrelazada alameda, se entretiene en pintar con albinos destellos la calle.

El mar descansa, seguramente demasiado frío, poca gente se adentra nadando, sólo algunos apenas en la orilla. Así pues, tomada la temperatura a ojo de buen cubero, desisto del baño. Un ligero almuerzo, y un breve descanso, y reanudo las tareas y afanes del día.

Pero la actividad laboral es escasa, apenas nada.

El trabajo, también el, veranea.




© Acuario 2009

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