viernes, 21 de agosto de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO


Agua sobre agua, las horas matinales se presentan con abundante y líquida generosidad.

El mar adquiere un matiz de vidrio esmerilado, un verdeazul opaco y denso, en sorprendente reposo al fin, despues de días y días de enfebrecida agitación.
Sólo se percibe su débil resollar apagado al caminar cerca de la orilla.

La soledad es majestuosa y callada a lo largo de la húmeda arena.

Los escasos viandantes respiran hoy aliviados, ha cesado el embate del vendaval.
El paseo, aún bajo la lluvia, se hace relajado y agradable.

En la playa los charcos anhelan, sin querer decirlo, ser espejos.

Por la tarde, tras el descanso de una siesta, pocas horas quedan de luz. La calle está empapada, el aire saturado de vaho. Un agradable frescor lo impregna todo.

Rueda que te rueda, inadvertidamente, el cristal de una válvula termoiónica cae al suelo. ¡¡ Click !! Cincuenta años de vida que terminan en un momento. Se rompió.

Nada de eso le importa a Prokofiev, su piano sigue sonando zarandeado por su plena imaginación y entusiasmo. La armonía inusual y creativa de su música es un lugar certero donde olvidar los inevitables inconvenientes de la gravedad de la tierra, y su peligro para los frágiles elementos de vidrio.

La noche abraza adormecida un horizonte que no encuentra




22 Diciembre 2007
© Acuario 2009

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