jueves, 27 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

JULIO 11 Sábado




Apenas despierto veo desde mi cama, un ojo abierto y otro cerrado, al mar completamente embriagado por azules de plata y violeta, entre dispersos reflejos de color grana.

Pese a la pletórica belleza de las aguas cedo al sueño feliz y dejo para otro momento cubrir la terraza con el protector entoldado, habitual maniobra estratégica que me permite seguir durmiendo a la fresca, pese al impertinente y desmedrado sol que se asoma tempranero y madrugador.

Y así, al rato, más descansado, saboreando un café que termina por espabilarme, abro el ordenador y reviso un poco por encima las noticias del día.

Como hoy no es laborable hay pocos peatones en la calle, sobreviviendo a la luminosidad arrebatada y sin reticencias de la mañana.
Sopla un ligero levante que mantiene refrescadas las aceras, y agradables sobremanera las escasas zonas en sombra.

El andar es un ejercicio que, aunque necesitado de cierta voluntad inicial en esas primeras horas matutinas, a poco me resulta estimulante y harto risueño. Como si las piernas bombearan regocijado alborozo al espíritu que va con ellas. En todo caso su humilde euforia me va animando según transcurre el camino, unas veces eludiendo el sol, otras por las arenas cercanas.

Todo completamente despejado, ¿cómo no ha de serlo?, no hay nubes ni se las esperan. El verano es rey y señor del tiempo, del espacio, de esta estival jornada de sábado.

El mediodía es alado, tenue, atmosférico y fugaz. Tras una ducha me sirvo una copa de amontillado, sus almendrados y sutiles matices, plenamente se ensamblan, en las radiantes vivencias de estas centrales horas, llenas de atractivo sortilegio.

Después de una recuperadora siesta, encuentro a la playa adormecida, los bañistas resisten somnolientos y como pueden a la tarde.

Enciendo la radio, le doy electrones al sistema de música, y sobre un fondo de voces a veces animadas, discontinuas y dispersas, en la orilla, me dejo inundar por las emociones transportadas por las ondas, por el lenguaje eterno del sonido y la armonía.





© Acuario 2009

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