martes, 25 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

JULIO 6 Lunes



Entre los edificios cercanos a mi diario paseo matinal hay uno especialmente grande, mastodóntico quizá, antiguo Hotel Miramar, luego Palacio de Justicia ( Audiencia provincial ) y actualmente a la espera de ser nuevamente residencia hotelera.
Se abre hacia el mar la fachada posterior, con unos amplios jardines debajo, llenos de mimosas batidas por el salobre marino, entre alguna palmera incólume y terca.
Ante su frontal se despliega todo un gran parque, un bosque de palmeras, algunas yucas de considerables dimensiones y unos enormes magnolios que entregan desde sus ramas más cercanas a la tierra, aferrándose a ella, gigantescos brazos, portentosas raices, que extienden bajo el suelo su inmensa estructura.
A ambos lados laterales del enorme inmueble crecen, altos y desenvueltos, los álamos. Un doble bosque de sombreados álamos.

En el verano, la umbría protección y la hospitalaria frescura están aseguradas en ese entorno de exuberante flora.

Y el camino de vuelta continúa y sigue bajo una deliciosa bóveda de entrelazada arboleda hasta la amplia explanada donde se asienta la Plaza de Toros, vetusta y algo desvencijada obra de ladrillería y cal con aleros de tejas que antes fueron verdes y vidriadas, actualmente fragmentadas por el calor del sol la mayoría. Es un amplio polígono silencioso y mudo, abierto ojo de dorado albero mirando al universo que lo sobrevuela, a las gaviotas que gimen mientras planean con sus abiertas alas desde la cercana playa.

Hoy el agua, tras varios días de intenso, seco, y calcinante viento de tierra, está fría de narices.
Apenas se puede nadar un cuarto de hora, en su cristalino y gélido abrazo, pero se agradece la descarga del calor corporal tras el baño.

Mediada la hora del almuerzo, el poniente, fresco y atlántico, sacude vigoroso y feliz las persianas , los toldos, y obliga a recogerlos.

La tarde comienza a respirar aliviada.




© Acuario 2009

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