jueves, 20 de agosto de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO





Un día que se ha ido sin venir.

Suave y gris, por la mañana.
A mediodía una luminiscencia cremosa, como ojo de claraboya, que fué descendiendo del tragaluz cubierto y neblinoso del cielo inexistente.

No hay apenas oleaje rumoroso en una mar exhausta y agotada. El horizonte sin perfiles, encubierto en los límites marinos, oculto por una atmósfera turbia y cerrada.

Alguna gota de agua planea solitaria buscando reposo en la tierra ávida.

No hay más itinerarios accesibles, el resto se desmadeja en evidentes sospechas de desaparecidos envíos posiblemente fracturados y partidos, goteo incesante de trabajo a lo largo de la tarde, en la que al final, y por fin, aparece el ingreso de estipendios.

El itinerario de vuelta, en sombras, con el viento recuperando energías, racheando la escasa precipitación.

Las luces de la ciudad anunciando festivamente el encuentro del ciudadano con las habituales preguntas que asoman en sus bolsillos durante la Navidad, enfrentado en soledad a sí mismo, o al contrario, con los demás en alegre celebración, riente elusión y al mismo tiempo renovada percepción de la fugacidad en la que vive.

Cuando la caliente infusión de verde té me brinda sus aromas, ¿ cómo no respirar un momento, desanudando las ideas ?

Aun lo más sencillo, puede ser difícil, si lo tienes frente a ti.




21 Diciembre 2007
© Acuario 2009

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