viernes, 21 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

Junio 27 Sábado




Suavemente adormecida, la tarde es sosegada y fresca. Un tranquilo viento de levante la suaviza y calladamente la requiebra con inaudibles palabras. La tarde se deja cortejar con las promesas enamoradas que a sus oídos musita el aire al pasar, con caricias seductoras que la deleitan y dulcifican, que mitigan su veraniega temperatura.

En la calle bajo mi ventana, transita de vez en cuando algún coche de caballos. En la enmudecida sonoridad de la hora de la siesta retiemblan los cascos del caballo, y los cascabeles que lo enjaezan tintinean argentinos con su paso.

Ha sido una mañana de luz, sin la fatigosa presencia del viento de un lado a otro arrebolándose. Entre los edificios de mi barriada la presencia de vida de los chillidos alegres de vencejos y golondrinas volando en incansables bandadas.

Como la semana finaliza, la playa tiene más bañistas, hay gritos de niños que juegan en el agua. El mar es de una densidad fresca, una innumerable sonrisa sin apenas olas, también él descansando en su opacidad verde jaspeada de azul mínimo, bajo el abierto y celeste oceáno del firmamento.

La infinita diversidad de matices y colores de la música, clásica casi siempre, es el tapiz sonoro de mi habitación.

Por entre los resquicios de las notas, cuando callan, el mar en la orilla murmura y sueña

¿Cómo elegir a veces, entre éste rumoroso silencio y la emocionada voz de la música?





© Acuario 2009

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