miércoles, 19 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

JUNIO 24 miercoles




Abierta al poniente la puerta de los vientos.

La mañana inicióse arrullada en los brazos ligeros de una brisa del este.
Pero es el contrario empuje del oeste quien gana en la liza matinal, entregando a la ciudad la húmeda y fresca bocanada del cercano atlántico. Su poderoso latir oceánico vibra en los matices del aire, que pasa sin detenerse a descansar en la playa.

La arena está salpicada con los restos de grises cenizas, rescoldos de la noche con ojos de fuego, de las pasadas ya hoy, nocturnas hogueras de San Juan.

Mi matinal paseo incluye a su vuelta el diario abastecimiento de víveres. Están vacíos los largos pasillos del establecimiento al que acudo tempranamente. Los vivos y brillantes colores de los artículos en venta, vistos desde otra mirada, su mezcolanza cromática, es toda una estampa impresionista, una copia plástica y puntillista de Seurat.

El agua está agitada por el oleaje y el viento de poniente. Crestada y móvil, su color es un rotundo verde con matices de opaco azul.

Un celaje de fina nubosidad sobre nuestras cabezas dulcifica el calor solar al mediodía. Con la tarde, el sol ha vencido plenamente.
No obstante, en este rincón andaluz en el que vivo, que sueña al lado del mediterraneo, siempre la luz es menos hiriente que en el interior de la región. Recuerdo de allí, en el firmamamento, añiles tan vivos y eléctricos a mediodía, que pareciera que el cielo estaba tan cerca como para poder tocarlo.

La tarde se inicia, la hora romana sexta. Y a esta hora, nada mejor en esta provincia del imperio, la Bética, que una renovadora siesta.
Tomada con moderación, deja la cabeza eficientemente amueblada




© Acuario 2009

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