miércoles, 26 de agosto de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

JULIO 7 Martes



La deslumbradora luz late todavía con fuerte pulso en las postreras horas de la tarde. El día ha quedado sin nubes, limpio el firmamento, azul más decidido y menos pálido.

Hoy la rosa de los vientos ha recorrido todas las direcciones, pero finalmente acude la brisa desde el mar, refrescando agradablemente a la ciudad. Las abiertas ventanas a su paso entregan el interior de la casa a su afable caricia.

Asomarse cada día al verano, es replantearse en su totalidad la existencia. El ciclo reanudado e incesante de las estaciones, tienen en el estío la más vital, la más plena expresión del latido humano, del tiempo y la vida. Recuerdos pasados se agolpan en cada una de las fibras que pulsan las horas, cálidas, tórridas, suaves, eternas. La canícula mezcla en el sopor de la siesta el presente y el ayer, para la memoria apenas hace un momento sucedido.

Mientras escucho las noticias en la radio, voy escribiendo y esperando a la noche, a su abierta magia y misterio.

En la calle, gana terreno la festiva actividad, la viva alegría, el encuentro de los amantes, la sonrisa de sentirnos vivos.

Pero la tarde no se apresura, no quiere desprenderse de su tierna luminosidad nacarada, de sus dóciles y dorados espacios. No se detiene en el horizonte, busca nuevos caminos, nuevos sueños, otras atmósferas.

La tarde quiere ser imperecedera.





© Acuario 2009

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