jueves, 1 de octubre de 2009

AEROSTASIA DEL TIEMPO

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Como últimamente anda buscándole guerra el gatazo de Lost al pobre Susanito, éste se pasa el día casi entero subido a una yuca enorme, de la que baja cuando se le llama para comer. Se sabe que está ahí por el ruido de hojarasca seca que precede a su aparición ágil y saltarina, contento de que se le traiga comida de vez en cuando. Pitufa la gata viejita y yo hemos venido a buscarle, es ya casi de noche, iniciándose apenas. Hace un molesto ventarrón, que agita las olas nerviosas en la playa en sombras.

Durante el día, cálida mañana al comienzo, después de acudir a su cita matutina, no nos hemos visto, cada mochuelo en su olivo, como se dice de broma. Pero ahora, tras un descanso y media siesta, escuchando la radio e intentando leer algo antes de acabar durmiéndome, damos una vuelta a la hora que más les gusta, la inicial de la noche, cazadores nocturnos que son.

Nos vamos al abandonado jardín en el que nació Pitufa, lleno de hierbas crecidas por todos lados, tras una desvencijada reja oxidada, que no impide el paso a la gata no obstante. Le encanta se le hable, que se le digan cosas, cualquier cosa, a las que a veces responde a su vez con un maullidito de asentimiento. Se mete a olisquear todo, cualquier ramita, esquina, rincón. Tengo la impresión de que sabe quién ha estado por allí, solo el roce a su paso ha dejado las suficienes huellas de olor para ella detectar la presencia de conocidos o desconocidos visitantes ocultos.

Ha sido un excelente día, y cuando termino el trabajo, la tarde, espléndida, me devuelve a la animada actividad de mi habitual paseo. Cuando paso de vuelta otra vez cerca del jardín con los gorrioncillos, éstos vivaquean todavía alegres y saltarines, entre los arbustos y las ramas, acabando casi por completo la incrementada cantidad de pan que les dejé. Alimento que recojo para ellos gracias a los chiringuitos de la playa, de nuevo en actividad, que dejan las sacas de pan del dia anterior amontonadas a la espera de su recogida por el servicio de limpieza. Pues antes de que éste las retire, paso yo, y me llevo algunos panes intactos, algo duros, pero excelentes para un pajarillo con apetito y familia que atender en primavera. Troceados en miguitas, ya no queda a esta hora de la tarde apenas nada, salvo una animada y festiva bandada acabando los últimos trocitos entre gorjeos felices.

La tarde es azul, completa, limpia, intenta imitar el color del mar, pero éste poco a poco se oscurece, la presencia de la noche se anuncia con un aspecto de verde sombreado líquido sobre las aguas. Hay oleaje, las blancas líneas de las olas entre las sombrías aguas. La noche acude, llevada por el viento, cercada de sibilantes sonidos, iluminada por algunas estrellas solitarias que se encienden silenciosas. La noche me acompaña, y atenta, me escucha.




2 Abril 2008
© Acuario 2009

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