martes, 20 de octubre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

OCTUBRE 20 Martes


Le es imposible ocultarse tras un escaso celaje de nubes al sol, la humedad condensada sobre las aguas en el horizonte le insufla nuevos fuegos, dándole al dorado astro una ficticia y enorme desmesura. A poco nuevos refuerzos nubosos logran medio encubrirlo, algunos nimbos deshechos que acuden a formar ellos también parte del alba. La inicial mañana se dulcifica asimismo con un cielo blanquecino, bajo él la nubosidad construye sus amarillentas cometas, juega con delirantes castillos en el aire.

El lángido sosiego del mar ofrece generoso del firmamento su mágico y hoy pálido y blanquecino azul, una acuosidad argéntica reviste a las coloidales y adormecidas olas. No parece apreciarse ni siquiera una reducida brisa.

Sobre el paseo hay miles de pequeños dátiles negruzcos que de la poda de las palmeras han caído, sus huesos hacen inestable el paso, su aceitosa pulpa se extiende pegajosa en el camino.
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Protegidos tras el rompeolas de levante, tres enormes cruceros. De uno de ellos, una escasa columna de humo se eleva recta y precisa, sólo al adquirir cierta altura se inclina sutil denunciando el sentido del carente e inapreciable viento, hoy sureste.
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El mediodía apenas puede deshacerse de su techo de nubes, una confusa luz solar intenta dibujar débiles sombras. La playa emerge desde una desolada añoranza, nadie en la orilla vacía y apagada.

Comienza a tomar densidad sobre la ciudad un gris poderoso y bien perfilado, el aire de nuevo dubitativo no toma dirección alguna, quizá él también abatido de ánimo y sin brío, frente a una tarde meláncolica e indefinida.
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Cuando vuelvo, el mar se ha revestido de un aspecto metálico, verde y plomizo azul, con un parvo oleaje inquieto, bajo una algo más animada ahora brisa de levante. No se ha descargado precipitación alguna, con celeridad las nubes comienzan a apagarse y tomar un aspecto sombrío, el día finaliza.

En la calle, desatendidos por los viandantes, olvidados y desoidos, los gorriones, los mirlos, proclaman con sus trinos las luces del paraiso.



© Acuario 2009



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