jueves, 1 de octubre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO


OCTUBRE 1 Jueves

La mañana me propone un reto hoy. Intentar describirla. Pues si he de aventurarme, comienzo.

El cielo limpio, sin una nube, el horizonte sobre el mar, debido a la humedad del aire sobre él, se colorea de una inmensa extensión naranja. El sol aún no se ha asomado sobre la línea del horizonte.

Comenzando en el mismo horizonte anaranjado y ascendiendo desde él, se pueden ver dos triángulos estrechos y azules, invertidos, que se abren, que se proyectan y expanden hacia arriba del horizonte. Deduzco que hay dos pequeñas nubes sin verse bajo el horizonte, tapando tras ellas la luz del sol, que también está él aún sin verse, sin salir, bajo la línea de las aguas. Las nubes han conseguido tapando la luz del sol que éste no logre pintar de naranja la humedad del aire tras ellas en sus "sombras". Las nubes proyectan dos estrechos y triangulares espacios sin luz solar directa sobre el húmedo aire en ellos, sin luz que coloree de naranja esas estrechas y triangulares ventanas. Y así a través de ellas solo se ve el azul de la atmósfera más alta.

Los cada vez más numerosos mirlos parecen comentar vivamente entre ellos con múltiples y variados silbos lo inusual del fenómeno. Son mirlos que hablan en el lenguaje de los Gomeros.

Claro está, busco hacer una foto de la amanecida y creo haberlo conseguido. Tras tomar un café pongo en marcha la mañana arrolladora de luz, rebosante de luminosidad. Las obras en las calles adyacentes obligan a hacer senderismo alpino, carrera de obstáculos urbanos para los viandantes que intentan llegar a su destino. La arena y la playa abierta a la clara diafanidad sin limites son lugares mas acogedores y menos agresivos para el caminante.

Al volver, una estameña ligera, un escaso velo de nubes cubre el cielo y dulcifica la luz del sol. Los centelleantes reflejos del sol en las aguas son ahora más accesibles a la observación minuciosa y reiterada. Los barcos parecen flotar en líquida y plateada lava.

El mediodía tiene una latencia llena de suave delectación cálida, como la brisa es escasa y llega desde tierra, el calor vibra de nuevo entre las cansadas manos del tiempo. Las palmeras se duermen en tranquila siesta.

Cuando termino mis hoy algo más complicadas tareas, sobre la ciudad las nubes insisten en su sueño inacabable de llegar a algún sitio. El tráfico urbano sí parece saber llegar a su destino, pero sin la suave elegancia reposada del cielo infinito.

Cuando la luna llega, dueña hoy de todo el firmamento a esta hora ya vacío, solo el azul tembloroso y lleno de sombra la recibe.

Y también los mirlos, que insisten en contarle con su lenguaje de silbidos el desacostumbrado cromatismo que vieron al comienzo del día.




© Acuario 2009

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