domingo, 4 de octubre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

OCTUBRE 4 Domingo


Amanece un día detenido, con una escasa brisa de levante que a veces se entretiene, quien sabe en qué.

La mañana muestra un mar tan calmo que se ofrece casi como espejo a los pies de los buques anclados en sus aguas. Los navíos inmóviles derraman su imagen en un Mediterráneo que ignora las olas que alguna vez tuvo.

Hace cierto calor, pero es apetecible, se nota en la animación resurgida de la playa, con cierta abundancia de visitantes y habituales. Las palmeras como siempre encantadas con la temperatura que les gusta, sin decir nada, a lo suyo. Sus escasas sombras son, tras andar un rato, un buen lugar para otear la distancia y tomar un descanso.

Hay una bruma azulada, más bien, un fluido vaporoso en la distancia que vela la arboladura de las embarcaciones, y que en sus capas más altas cambia de color, se hace violeta y luego se pierde por la atmósfera que lo sobrevuela en un rosa apenas perceptible.

El mar está hoy afónico. Pero sin tos.

En el mediodía es inútil hacer nada, el tiempo se desliza inadvertido bajo la luz estática y feliz. Son unas horas de lectura agradable, facilitada, absorta.

De vez en cuando, con el rítmico golpear de sus herraduras, los cascos de los caballos pasan por la calle. Desde los coches tirados por ellos los turistas pasan contemplándolo todo mecidos en su alegre paso. Lentamente su sonido se pierde y apaga al alejarse, pero no ceja en su persistente y acompasado entusiasmo.

Hay veces que no sé, si me he quedado dormido o nó, haciendo siesta. Hoy por ejemplo. Deduzco que sí, pero no podría precisarlo. Siempre me deja entonces una sensación inexplicable.

Por la tarde la neblinosa acuosidad sobre el mar se hace más extensa, pero no más densa. Sin llegar a ser un completo velo manifiesto, llena la bahía con un vaho de sueños, con su impreciso cromatismo celeste y violáceo.

Navegando en su interior hay un velero en la distancia.

A su lado no se vé ni horizonte ni agua ni cielo. El blanco impoluto de su lona no se sabe si navega o vuela.




© Acuario 2009


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