miércoles, 28 de octubre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

OCTUBRE 28 Miércoles




Gracias a una tenue nubosidad, como blanca seda gastada, alta, suspendida y quieta sobre el firmamento, el decidido sol se vela ligeramente y la mañana se logra hacer más amable y plácida.

Su alegre luz se ofrece en el camino de la playa, espacio abierto de soledad magnífica y reposada. Perderse sin más en su sencilla e inocente ignorancia, mientras con lentitud y distendida parsimonia la mar parece suspirar en rumoroso y blanco dibujo de espumas, llevando sólo una silenciosa canción en los bolsillos, ¿que más se necesita?.
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Desde luego el horizonte para ser infinito, nada.
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Vuelvo buscando el respiro de la sombra benéfica, por las calles donde el jazmín silencioso anuncia los caminos olvidados del ayer, en su aroma de misterio y noche. Hoy se vé cierto tráfico, pero no mucho más del infrecuente que habitualmente pasa. El cielo sigue construyendo una bóveda ligera de albos sueños erráticos y escasos, la mañana se enjoya de tibia claridad. El día tiene abierto para todos una inexpresable fascinación, un oculto regalo de paz callada.
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En la orilla, sobre la arena, apenas unas pocas personas. Fresca, no fría, opalescente, el agua desea quizá lograr añadir a su azul irisado un ligero matiz verde. Después de nadar un cierto tiempo, las fibras musculares deciden alegrarse, empiezan de callada a integrar en el ánimo una agradable y secreta complacencia, se recomienza a vivir con una unción distinta.

Es hoy el mediodía una evidente dicha, solo pide ojos que lo así lo adviertan.

Cuando termino el trabajo la tarde ha conseguido un océano de nubes que muestra orgullosa. Un levante sosegado se las ha ido trayendo con amabilidad discreta poco a poco. El parque se viste de oscuridad con más rapidez que otros días. Las calles se están iluminando, desvinculadas unas de otras, y en algunos lugares las sombras viven sin ellas saberlo sus últimos efímeros momentos.

Al llegar la noche la luna encuentra algunos huecos en el techo de nubes, por los que se asoma enigmática, rodeada de un halo evanescente y sutil.

Pero no tiene estrellas que la acompañen apenas.

Salvo las que caídas del cielo parecen, las que en el horizonte oculto en la negra lejanía señalizan a las barcas de pesca.




© Acuario 2009

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