domingo, 25 de octubre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

OCTUBRE 25 Domingo


Con la facilidad más asequible, - solo el horizonte frente al sol no es nada -, el mar cede enteramente toda su extensión al irreal e iluminado amarillo que al astro rey precede, y éste nada más surgir, siempre asombroso y espléndido estallido de incontenible oro, derrama su largo brazo de fuego hasta llegar a la orilla de la playa, quizá, con alma de niño, queriendo alcanzar y curiosear el irisado tornasol del nácar de alguna concha por la mar allí perdida.

Sobre la ensenada abierta a los sueños del pasado y al infinito, el cielo se ha otorgado un magnífico añil lleno de vida, único. Quizá haya un inapreciable levante, indeciso, que deja al ilimitado mar dormir como un hermoso dios afortunado y tranquilo. Apenas alguna exigua ola alcanza susurrando la orilla.

El domingo siempre, somnoliento, silencioso, apacible, se levanta de la cama tarde. Aunque se demora en hacerlo nunca deja de tener un bonancible despertar pacífico.

No obstante, hoy el vacío inicial en la calle se llena con cierta vivacidad de humana afluencia. El día quiere ser como ayer, un verano otoñal tardío, y los bañistas se tienden desde temprana hora al sol alegre, la extensión de arenas recibe gozosa su color y presencia. A la izquierda, dos cruceros de dimensiones considerables, no cejan de enviar animados visitantes y turistas al paseo marítimo ya rebosando de luz y calor, sin ser éste excesivo.

Sin embargo es mejor bajar los toldos, buscar el acomodo de alguna semisombra para hacer confortable el interior de la casa y poder leer un rato, escribir quizá, dejar transcurrir la media mañana inicial del día. Un paseo ligero luego, y le llevo a Piratilla un poco de comida. No hace falta llamarla, hoy sale de su escondrijo apenas me siente fuera. Siempre feliz y ronroneante ante su desayuno, hoy un poco tardío.

El mediodía es luminoso, pero sin calor. Un reducido entramado de estratos altos, quietos, tamizan ligeramente en ocasiones la luz solar y la templan. El ausente viento consigue una sensación de afortunada calma que lo infiltra todo.

El agua está mecida con suave quietud por unas inaparentes olas de levante, anchas, ocultas, que parecen hacerla respirar en silencio. Hoy muestra un transparente tono verde por la radiación solar de los días pasados que ha logrado desarrollar en ella las microscópicas algas, vistiéndola con su cromatismo de eficaz clorofila. Bajo la entibiada superficie las aguas son frescas, pero no frías.

La tarde es un benéfico giro de algún molino de oración del que se derrama una beatitud interminable y lenta.

Hasta que precedida de un mágico ensueño de violáceo rojo se asoma novedosa y tierna una perfecta y equilibrada media luna.

En sus manos amables de suave claridad y sombra dejo el punto final de estas mis líneas ....... tuyas.




© Acuario 2009

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